"¡Puedes hacerlo! Yo creo en ti".
"¡Hey Jim, buen trabajo en ese proyecto!"
"¡Vaya! ¡Qué perspicacia!"
Aaahhh, palabras de ánimo. Uno de los aspectos más destacados de ser entrenador es animar de verdad a nuestros equipos y entrenados. Al hacerlo, tenemos la oportunidad de ser sus animadoras o campeonas de su causa (sin los pompones y los pantalones cortos), ver cómo se iluminan sus caras o escuchar cómo se eleva su voz cuando se les dice que lo que están haciendo o lo que son es realmente impresionante. ¿Qué puede haber mejor? En serio.
Los ánimos sinceros (no los tópicos por los tópicos) sirven para muchas cosas...
Puede animar a la persona a ir más allá de lo que nunca creyó que podría.
Puede aumentar su conciencia sobre sus capacidades, habilidades, cualidades y talentos.
Puede demostrar su valor.
Puede ayudarles a pasar a la acción.
Le animamos a que se haga las siguientes preguntas:
Piensa en la última vez que alguien compartió contigo unas palabras alentadoras, ¿cuáles fueron?
¿Qué impacto tuvieron?
Estira esos músculos del ánimo. No sólo le alegrarás el día a alguien, sino también el tuyo.
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